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"En la ciudad la situación es de normalidad, aunque hay menos gente porque faltan los peregrinos"
(Archimadrid).- Apenas cuatro días después de que el sacerdote madrileño Antonio Fernández llegara a Israel, concretamente a Jerusalén, para «pasar un año sabático de estudio y oración», las sirenas de ataque aéreo comenzaron a sonar. «En realidad primero llegó una alerta al móvil, en la que se decía que iban a sonar las alarmas, y posteriormente sonaran las sirenas unas dos o tres veces durante media hora», explica en conversación con Alfa y Omega.
Se trataba del ataque de Irán a Israel del pasado 1 de octubre, en respuesta a la incursión terrestre del Ejército judío en el Líbano, que este sacerdote vivió en primera persona. «Me sorprendió un poco, porque estaba solo en mi cuarto y no estoy acostumbrado a este tipo de cosas, pero en el fondo lo vivimos todo con mucha tranquilidad». Fernández se aloja con los franciscanos, a escasos metros del Santo Sepulcro, y «aquí los frailes están más habituados a este tipo de situaciones». Así que el sacerdote diocesano tan solo se tuvo que dejar llevar.
El protocolo frente a un ataque aéreo cambia, según manifiesta Antonio, en función de si tienes un refugio cerca o no. «Pero dentro de la ciudad vieja de Jerusalén no hay, así que tienes que bajar a la planta más baja y allí tienes que esperar a que dejen de sonar las alarmas». En su caso, fue media hora.
A pesar del incidente, Antonio Fernández manifiesta que en la ciudad la situación es de normalidad. «Hombre, se nota que falta gente porque no hay peregrinos, pero los autóctonos siguen haciendo vida normal. Las tiendas siguen abiertas, salvo las que se dedican exclusivamente al turismo o las peregrinaciones, y los niños continúan yendo al colegio todos los días», resume el sacerdote.
De igual modo, él también pronto empezará sus clases. «Tendremos visitas arqueológicas todas las semanas», afirma. «La idea es visitar los lugares fundamentales, que están sobre todo en el entorno bíblico de Jerusalén y los alrededores». Las visitas incluyen también Galilea y, además, este año, «vamos a profundizar en toda la parte del sur, del Negev, que está relacionada con el Antonio Testamento, con el viaje del éxodo».
El curso, sin embargo, comenzó con la Jornada de Ayuno y Oración convocada por el patriarca latino de Jerusalén, Pierbattista Pizzaballa, para el lunes 7 de octubre, a la que se sumó el Papa Francisco y quien posteriormente la abrió para toda la Iglesia.
«Aquí se organizaron diversos encuentros en distintas iglesias de Jerusalén, pero todos ellos con el rezo del rosario. Date cuenta de que el 7 de octubre celebramos la fiesta de la Virgen del Rosario», concluye Antonio Fernández. «La oración y el ayuno es muy importante, porque es el Señor el que hará que surja la paz en los corazones de los hombres».
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