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Mensaje a los líderes de las religiones mundiales y tradicionales, reunidos en Kazajistán
(Vatican News).- Luchemos incansablemente por la armonía, creando una sinergia por la paz, desarmada y desarmante, humildes y perseverantes, siempre dispuestos a ofrecer caridad y cercanos a los que sufren. Oremos juntos, sirvamos hombro con hombro y hablemos con una sola voz allí donde la dignidad humana esté en peligro.
Así, recordando sus primeras palabras como Papa, León XIV dirigió su mensaje, en inglés, a los líderes de las religiones mundiales y tradicionales reunidos desde esta mañana, 17 de septiembre, en Astaná, Kazajistán, hasta el 18, para el VIII Congreso. Un evento en el que el Papa Francisco también participó en 2022.
“Cuando los líderes religiosos se unen en defensa de los más vulnerables, plantan árboles para cuidar nuestra casa común o alzan una voz unida en apoyo de la dignidad humana, dan testimonio de que la fe une más que divide”.
Así, continuó el Pontífice, citando el tema del Congreso, "Diálogo de Religiones: Sinergia para el Futuro", la sinergia "se convierte en un poderoso signo de esperanza para toda la humanidad, revelando que la religión, en su esencia, no es fuente de conflicto, sino de sanación y reconciliación". Este, para el Papa León XIV, es el papel vital del diálogo interreligioso "en una época marcada por conflictos violentos". Por ello, los participantes respondieron a la invitación del presidente de la República de Kazajistán, Kassym-Jomart Tokayev, reuniéndose "para renovar amistades y crear otras nuevas, unidos por el deseo común de sanar a nuestro mundo herido y desgarrado".
El Papa enfatiza que "sinergia" significa trabajar juntos, "tanto entre nosotros como con la Divinidad", y que "todo impulso religioso auténtico fomenta el diálogo y la cooperación", conscientes de "la interdependencia que une a las personas y a las naciones".
“Desde esta perspectiva, trabajar en armonía no es simplemente una opción pragmática, sino un reflejo del orden más profundo de la realidad. Está en sintonía con la esencia misma de nuestra existencia compartida, como miembros de la única familia humana”.
Y esta responsabilidad genera en nuestra conciencia, para León XIV, "un profundo sentido de solidaridad: la convicción de que somos responsables los unos de los otros", como escribió san Juan Pablo II en la encíclica Sollicitudo Rei Socialis de 1987. La solidaridad "es sinergia en acción: la expresión viva del amor al prójimo y a nosotros mismos, a escala global".
Esta colaboración entre religiones, continúa el Pontífice, «no es una invitación a borrar las diferencias, sino a abrazar la diversidad como fuente de enriquecimiento mutuo». La Iglesia católica, desde la Declaración Conciliar Nostra Aetate, «reconoce y valora todo lo que es «verdadero y santo» en otras religiones».
“Esta busca promover una sinergia auténtica, aportando al encuentro los dones distintivos de cada tradición, donde cada fe aporta su propia sabiduría y compasión al servicio del bien común”.
El Papa León XIV concluye su mensaje recordando que esta sinergia para el futuro ya ha dado sus frutos. En 1986, con el histórico encuentro de oración de líderes religiosos en Asís, convocado por el Papa Juan Pablo II, «mostró que no puede haber paz entre las naciones sin paz entre las religiones». En 2019, cuando el Documento sobre la Fraternidad Humana para la Paz Mundial y la Convivencia Común, fue firmado en Abu Dabi por el Papa Francisco y el Gran Imán de Al-Azhar, Ahmad Al-Tayyeb, «ofreció un camino claro sobre cómo la sinergia religiosa puede promover la paz y la coexistencia globales». Y finalmente, en 2002, durante la última reunión del Congreso de Astaná, «cuando líderes de diferentes confesiones, incluido el Papa Francisco, se unieron para condenar la violencia y el extremismo, defender a los refugiados e instar a todos los responsables a trabajar juntos por la paz».
“Estos compromisos de alto nivel se reflejan en acciones concretas: cuando ocurren desastres naturales, cuando los refugiados se ven obligados a huir o cuando las familias sufren pobreza extrema y hambre, las comunidades religiosas a menudo se unen, trabajando codo con codo para brindar alivio y esperanza a los más necesitados”.
El futuro que soñamos, concluye el Pontífice, de paz, fraternidad y solidaridad, «requiere el compromiso de todas las manos y de todos los corazones». Que el Todopoderoso, su oración final, «bendiga nuestros esfuerzos y dé frutos abundantes para el bien de todos los pueblos».
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