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El Papa evoca el legado de Francisco ante los responsables del Encuentro Mundial sobre la Fraternidad Humana
Sonó el ‘grito’ del Papa León, evocando a Francisco, y recordando la pregunta de Dios a Caín: “¿Dónde está tu hermano?”. Una llamada que, hoy, se sigue dando en este mundo roto por las guerras, la incomprensión y la polarización. Así lo quiso dejar claro Prevost al recibir a los responsables de la tercera edición del Encuentro Mundial sobre la Fraternidad Humana, organizado por la Basílica de San Pedro, la Fundación Fratelli tutti, la Asociación Be Human y la Fundación Saint Peter for Humanity. Con frases rotundas.
“Hermano, hermana, ¿dónde estás? ¿Dónde estás en el negocio de las guerras que destrozan las vidas de los jóvenes obligados a tomar las armas, que golpean a civiles, niños, mujeres y ancianos indefensos, que devastan ciudades, campos y ecosistemas enteros, dejando tras de sí solo escombros y dolor?”, preguntó el Papa.
Y continuó: “Hermano, hermana, ¿dónde estás entre los migrantes despreciados, encarcelados y rechazados, entre aquellos que buscan salvación y esperanza y encuentran muros e indiferencia? ¿Dónde estás, hermano, cuando se culpa a los pobres de su pobreza, se les olvida y se les descarta, en un mundo que valora más el beneficio que a las personas? Hermano, hermana, ¿dónde estás en una vida hiperconectada pero en la que la soledad corroe los lazos sociales y nos convierte en extraños incluso para nosotros mismos?”.
“La respuesta no puede ser el silencio. Y la respuesta sois vosotros, con vuestra presencia, vuestro compromiso y vuestro valor. La respuesta es elegir otra dirección en la vida, de crecimiento, de desarrollo”, subrayó el pontífice, quien animó a “reconocer que el otro es un hermano, una hermana, significa liberarnos de la ficción de creernos hijos únicos y también de la lógica de los socios, que solo se unen por interés”.
Todo ello, en mitad de un planeta “marcado por conflictos y divisiones”, en el que los participantes en este evento “estáis unidos por un fuerte y valiente «no» a la guerra y un «sí» a la paz y a la fraternidad”.
“Como nos ha enseñado el papa Francisco, la guerra no es el camino correcto para salir de los conflictos”, recalcó Prevost echando mano de Evangelii Gaudium, “el camino más sabio, el camino de los fuertes”.
“Vuestra presencia da testimonio de esa sabiduría, que une las culturas y las religiones, esa fuerza silenciosa que nos hace reconocer a nuestros hermanos y hermanas, a pesar de todas nuestras diferencias”, recalcó.
“Las grandes tradiciones espirituales y también la maduración del pensamiento crítico nos llevan más allá de los lazos de sangre o étnicos, más allá de esas fraternidades que solo reconocen a quienes son similares y niegan a quienes son diferentes”, reflexionó Prevost, quien invocó una lectura nueva de la Biblia para narrar “una fraternidad que supera las fronteras étnicas del pueblo de Dios y se basa en la humanidad común. Así lo atestiguan los relatos de la creación y las genealogías: hay un solo origen de los diferentes pueblos —incluso de los enemigos— y la Tierra, con sus bienes, es para todos, no solo para algunos”.
Volviendo a Francisco, esta vez a Fratelli tutti, León XIV insistió en que “la fraternidad es el nombre más verdadero de la proximidad”, pues “significa reencontrar el rostro del otro. Y en el rostro del pobre, del refugiado, incluso del adversario, reconocer el Misterio: para quien cree, la imagen misma de Dios”.
“Queridos amigos, os exhorto a identificar caminos, locales e internacionales, que desarrollen nuevas formas de caridad social, de alianzas entre conocimientos y de solidaridad entre generaciones” pidió a los presentes, entre los que se encontraban muchos de los artistas que este fin de semana participarán en el evento, en la columnata de Bernini, y a los premios Nobel también presentes, que en su día firmaron la Declaración sobre la Fraternidad. A ellos, les pidió generar caminos “populares, que incluyan también a los pobres, no como destinatarios de ayuda, sino como sujetos de discernimiento y de palabra”.
“Os animo a continuar con esta labor de siembra silenciosa. De ella puede surgir un proceso participativo sobre lo humano y la fraternidad, que no se limite a enumerar derechos, sino que incluya también acciones y motivaciones concretas que nos hagan diferentes en la vida cotidiana”, pues “necesitamos una amplia «alianza de lo humano», basada no en el poder, sino en el cuidado; no en el beneficio, sino en el regalo; no en la sospecha, sino en la confianza”.
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