Expectación, cansancio y despistes en la primera fumata: "¿Aquí cómo va esto? ¿Te puedes presentar a Papa o qué?"

Eran las 21:00 horas clavadas en el Vaticano cuando por fin apareció más negro que la noche que ya era, el humo de la primera fumata del cónclave mas mediático del siglo. Un minuto después, tras un ¡¡¡ohhhh!!! que más que decepción era alivio por el retraso y el cansancio de la espera, se produjo una especie de estampida en la plaza de San Pedro rumbo a los puestos de pizza y las trattorias.

Florencia Delucchi fue de las últimas en abandonar el lugar. Apostada en primera línea de visión a la chimenea instalada la semana pasada sobre el tejado de la Capilla Sixtina, esta artista argentina no podía dejar de pensar que en realidad ella no tendría que estar allí en ese momento.

Su día grande iba a ser hoy, 8 de mayo, festividad de la Virgen de Luján. Tenía una cita en los jardines de Santa Marta con el papa Francisco, que iba a bendecir la talla de la Patrona de Argentina -donada por embajada de ese país ante la Santa Sede- realizada por esta artista bonaerense.

"Me dijeron que la había gustado mucho", lamenta Florencia que, de igual manera, ha querido estar presente esta tarde recordando a su compatriota, lamentando aún que su Virgen no haya podido llegar a ser bendecida por quien fue su arzobispo, y convencida también de quien sea el que anuncie el venidero humo blanco "no será nunca igual a Francisco".

No era Florencia la única que iba a tener cita con Francisco. Este mismo miércoles, un grupo de alegres jubiladas españolas tenía que haber asistido a la tradicional audiencia general con el Papa. Compraron los billetes con ese motivo hace seis meses. Lo demás ya lo sabemos. Pero no pierden el humor. "Nos ha tocado el cónclave como si fuera una lotería, porque Francisco se nos has ido. Pero a lo mejor podemos tener la audiencia ya con el nuevo papa", sueltan joviales mientras se pierden entre la masa en la Via della Conciliazione.

Esa alegría y deseo de compartir un momento histórico se repite a cada paso. Al menos durante los primeros compases de la tarde, mientras el sol sigue en lo alto. Unas colombianas apuran quedarse hasta las siete de la tarde, porque han de regresar a su hotel para recoger el equipaje y marcharse al aeropuerto. Han oído que la fumata será a las 19:30, pero confían en que se adelante. "Dos minutos" más, dice una cuando el reloj de la plaza marca las siete.

La gente aprovecha la espera para aclarar sus últimas dudas sobre el color y significado de la fumata y aunque no es difícil percibir que muchos palpan en el lugar la sucesión apostólica, otros andan un poco despistados. "A ver si sale un español, que desde el que era de Peñíscola, no hemos tenido ninguno más", comentan entre sí dos parejas españolas. "Aquí, ¿cómo va esto? ¿Te puedes presentar a Papa o qué?", dice uno de ellos. "Si hombre...", le contesta su mujer, que corre hacia un hueco que ha quedado junto a la valla.

Una gaviota cerca de la chimenea entretiene la espera a través de las pantallas gigantes instaladas en la plaza, que mantienen la imagen fija sobre el tubo con caperuza. Pero también se cansa y levanta el vuelo. La expectación rebasa los límites de la plaza, se extiende por la principal avenida del Vaticano y circunda las calles de los alrededores. Vuelve otra gaviota. ¿O es la misma? También se va.

Sigue llegando gente. Casi imperceptiblemente, se pasa a estar en quinta fila cuando antes nadie se interponía en la visión directa de la chimenea. Empiezan los primeros aplausos en la plaza, como para animar a los que están dentro de la Sixtina cuando son las 19:59. A las 20:13 el turista y el curioso empieza a enfilar la salida. En algunos observatorios se masca la preocupación. No parece normal tanto retraso. ¿No iba a ser una votación de sondeo? A las 21:00 hay señales de humo. Es negro. Alivio general. 30.000 almas salen en ordenada estampida. Hoy habrá más humo.