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El obispo de Sant Feliu llama a “ponernos siempre al lado de las personas migrantes y refugiadas"
El obispo de Sant Feliu, Xabier Gómez, subrayó que “las personas migrantes no son un problema a resolver, sino testigos de esperanza”. Lo dijo este miércoles, 24 de septiembre, en una conversación con la periodista Mercè Raga, en El Matí de Ràdio Estel, en la que pidió “ponernos siempre al lado de las personas migrantes y refugiadas” y denunció que “la principal cautividad es la guerra”.
En este punto, aludió explícitamente a “este genocidio que está sucediendo cerca de casa”, en referencia a Gaza, para reclamar una toma de conciencia ética y política frente a la violencia que expulsa –y mata– a millones de personas.
Gómez describió cómo la Iglesia aborda cotidianamente este reto, “desde el día a día, con mucha cercanía a las personas migrantes y refugiadas que están enriqueciendo nuestra sociedad y nuestras comunidades cristianas”. Desde esa proximidad, añadió, se comparten “desafíos, sueños, realidades y necesidades” y se intenta “poner una palabra de verdad en este momento de sombra creciente de xenofobia irracional, teledirigida y retroalimentada”.
Con su experiencia –fue director del Departamento de Migraciones de la Conferencia Episcopal Española y ahora lo es de la Conferencia Episcopal Tarraconense, y además es el obispo responsable del Servicio Interdiocesano de Migraciones y Pastoral Intercultural–, explicó que “las personas migrantes no son un problema a resolver, sino testigos de esperanza”, como recoge el mensaje del Papa para la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado. Son, dijo, “hombres y mujeres que muchas veces huyen de guerras, de hambre, de persecuciones, de falta de futuro en sus países”.
El prelado llamó a cambiar el marco de conversación pública, ya que “lo que realmente genera malestar en la población no son las personas migrantes, sino los focos de pobreza y desigualdad que concentramos en barrios y ciudades. Allí donde fallan las instituciones en vivienda, precariedad laboral o inversión pública se alimenta la frustración, y con ella el discurso fácil que señala al vecino extranjero como enemigo”, subrayó.
Ese mecanismo, apuntó, “convierte a las víctimas en culpables y oculta los verdaderos factores que degradan la convivencia”.
Por eso reclamó proximidad institucional real y una metodología distinta para “dejar de hablar de personas migrantes y empezar a hablar con personas migrantes”, involucrándolas “en las propuestas y en la búsqueda de soluciones” y escuchando sus testimonios.
Gómez propuso una noción relacional de la integración, “no es solo que quienes llegan tengan que integrarse –que lo tienen que hacer–, sino qué significa integración y cómo la facilitamos; nosotros también debemos integrarnos”. Recordando la fraternidad que plantea Francisco en Fratelli tutti, apuntó al objetivo de “llegar a nuevas síntesis culturales donde todos ganemos y podamos convivir en diversidad”.
“El futuro no se construye con discursos de odio… Debemos poner siempre en el centro el Evangelio… Ponernos en el lugar del otro y ser más empáticos. Busquemos la verdad. Hablemos con las personas migrantes”
Cataluña, sostuvo, “siempre ha sido tierra de acogida y mestizaje”, y el reto actual “no es alzar muros, sino tejer convivencia y garantizar igualdad de oportunidades”. Frente al crecimiento de la extrema derecha, insistió en “crear espacios de cooperación” en barrios, ciudades y pueblos, “cultura del encuentro, diálogo y fraternidad”, superando miedos y atendiendo las causas reales de la desigualdad. “Trabajemos por los derechos a no tener que emigrar y a emigrar de forma segura”, propuso.
Sobre la responsabilidad del pueblo de Dios, fue nítido: “El futuro no se construye con discursos de odio… Debemos poner siempre en el centro el Evangelio… Ponernos en el lugar del otro y ser más empáticos. Busquemos la verdad. Hablemos con las personas migrantes”.
Dejó, además, dos orientaciones muy concretas. A quien mira la migración con miedo: “Que hable, que conozca, que entre en diálogo con personas migrantes… escuchar los miedos, no ignorarlos, y dialogar con racionalidad y empatía”. A quien acaba de llegar y busca esperanza: “Hallará muchos desafíos; necesita perseverancia y resiliencia. Que no camine sola; que busque compañía y apoyo en personas, entidades e instituciones. Si se acerca a la Iglesia, esperamos que encuentre acogida, protección y acompañamiento”.
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