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"Si el amor de Dios, que es infinito, está presente en la acción, la caridad tendrá vocación infinita"
Los efectos de la DANA han provocado otras riadas —en este caso, de vehículos— en toda la geografía española que siguen llenando carreteras hasta puntos negros de la devastación como la Comunidad Valenciana. Tantos coches como historias personales que, pasados unos días de las graves inundaciones, son transportadas a la zona cero.
Una de ellas es, por ejemplo, la de Simó Sánchez, vecino de Els Pallaresos, en Tarragona, que con un grupo de personas de la localidad se desplazó hasta la localidad de Chiva con el maletero de una furgoneta lleno a rebosar y en compañía del vicario de su pueblo, Damià Tarragó, que se encuentra en el último curso de la licencia de derecho canónico en la Universidad Católica de Valencia.
"Se presentaron en la ciudad, donde quedé retenido por el temporal, y no dudé en subir", destaca Tarragó, que veía cómo el centro universitario donde estudia cerraba las puertas y cómo quedaba casi anulada la opción de volver a Cataluña y preparar los actos de la celebración de Todos los Santos. Pero la “providencia” lo convirtió en parte de un propósito vecinal que, desde esta localidad con cerca de 5.000 habitantes, se multiplica en toda la península: “El objetivo es ayudar y, de resultas, sentirnos ayudados“, afirma Simó Sánchez mientras llena su vehículo con la ayuda de Miguel, Sheila, Javi, Joan Pere, Juani, Antonia, Loli, Imma, Noelia, Evelin y, como están haciendo decenas de sacerdotes, de Damià.
En el caso de Sánchez, quien ha promovido la iniciativa implicando a todo el pueblo, existe una deuda pendiente con la Comunidad Valenciana. “Sufrí problemas de salud y los superé yendo a esa tierra, donde mi sobrino es un jugador de fútbol destacado en el equipo más importante de Valencia; por eso, ahora encuentro en la solidaridad una cojín al que aferrarme, sentirme mejor y devolver todo lo que me ha dado”, apunta. Para este hombre, la solidaridad no es sólo hacer un viaje y basta: “Ahora volveré, buscaré a más personas a las que poder ayudar y, si conviene, pediré si les puedo hacer compañía todo el tiempo que sea necesario”, mantiene Sánchez.
Las reflexiones en el camino de regreso a Tarragona —y ya con el sacerdote a bordo— fueron profundas para todos ellos e, incluso, para quienes menos pisan la parroquia: “En esta experiencia, hemos constatado que, desgraciadamente, en tan sólo cinco minutos se puede perder, incluso, lo que consideramos esencial para vivir”, argumenta Tarragó, que pone la mirada en el “sentido de trascendencia” que puede llegar a tener cualquier acción solidaria como la de esa población y la de miles de pueblos en España. "Si el amor de Dios, que es infinito, está presente en la acción -subraya el cura-, la caridad tendrá vocación infinita".
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