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Encuentro con el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral en Madrid
(Manos Unidas).- En su encuentro con el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, la ONG Manos Unidas reforzó su compromiso de trabajar junto a la Iglesia en la construcción de fraternidad y sinodalidad, acompañando a las comunidades más vulnerables.
Las representantes de este organismo vaticano, Flaminia Vola e Irene Ioffredo, recordaron que el desarrollo humano solo es posible si se construye en comunidad: escuchando a las Iglesias locales, reconociendo sus desafíos y dando esperanza a las nuevas generaciones. Creado por el papa Francisco en 2016, el Dicasterio tiene la misión de promover la justicia, la paz, la solidaridad y el cuidado de la creación, en diálogo permanente con las Iglesias locales. La visita a Manos Unidas buscó estrechar el conocimiento mutuo y abrir vías de colaboración en proyectos.
En un mundo atravesado por conflictos armados, la desigualdad creciente y la emergencia climática, el mensaje del llamado “Ministerio Social” del Vaticano es más importante que nunca. Dicasterio advierte que no podemos caer en la resignación ni en lo que el papa León XIV ha definido como “la globalización de la impotencia”. Frente a la idea de que “no hay nada que hacer”, la Iglesia insiste en que la fraternidad, la solidaridad y el trabajo conjunto son la base para garantizar que todas las personas puedan vivir con dignidad.
La sinodalidad es, en pocas palabras, caminar juntos. Significa que la Iglesia no trabaja sola ni desde arriba, sino escuchando a las comunidades, compartiendo sus problemas y acompañando sus soluciones.
Es pasar de dar respuestas hechas a hacer el camino con la gente, construyendo comunidad y apoyando los procesos que ya están en marcha en cada lugar.
En su entrevista con Manos Unidas, las representantes del Dicasterio insistieron en que la sinodalidad no es solo una metodología de trabajo, sino un modo de ser Iglesia. Durante su intervención, subrayaron:
"Se trata de caminar junto a las Iglesias locales, escuchar sus desafíos, reconocer las soluciones que ya han encontrado y compartir buenas prácticas que permitan superar juntos los obstáculos que frenan el desarrollo humano integral"
Este enfoque supone pasar de una visión asistencialista a una dinámica de acompañamiento real: apoyar los procesos que nacen de las comunidades y construir juntos un futuro más justo. La sinodalidad, explicaron, implica “diálogo con las redes eclesiales, trabajo en común con socios locales y la capacidad de aprender de la experiencia de quienes ya están afrontando retos sociales, culturales o humanitarios en sus territorios”.
Flaminia Vola, responsable de escucha y dialogo del DSDHI, dedicó un mensaje especial a las nuevas generaciones, recordando que no deben ser tratadas como una categoría abstracta, sino como motores del cambio con voz propia.
"Animamos a todos los actores católicos a no dirigirse a los jóvenes como una categoría abstracta. Reconocemos que existen nuevas generaciones de hombres y mujeres que formulan preguntas inéditas desde contextos muy diversos: algunos marcados por crisis humanitarias, otros por profundos cambios sociales y culturales. Por eso es vital comprender quién habla y escucharles"
En un contexto de desánimo y crisis, el Dicasterio subrayó la importancia de acompañar a los jóvenes en comunidad, ayudándoles a “transformar sus inquietudes en compromiso”. Como expresó el papa León XIV, la fe no puede vivirse como una devoción privada, sino como un llamado a vivir los desafíos y las preguntas en común, sostenidos por una comunidad que escucha, cuida y acompaña.
Estas reflexiones se compartieron también en una charla celebrada en los Servicios Centrales de Manos Unidas. Un encuentro que permitió escuchar de primera mano palabras que resuenan de manera especial en la casa. Como ONG de la Iglesia católica, nuestra misión es acompañar procesos de desarrollo que nacen de la escucha, el compromiso y la participación de las comunidades locales.
Frente a la “globalización de la impotencia” que denuncia el papa León XIV, creemos que la fraternidad, la solidaridad y la construcción de comunidad son hoy más necesarias que nunca. Porque, como recordó el Dicasterio en su visita a Madrid, la historia no la escriben solo los poderosos, sino también los humildes.
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