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Con 5,7 millones de personas, Malaui, en situación de inseguridad alimentaria extrema
(Manos Unidas).- Los proyectos de Manos Unidas llegan donde no llega nadie. La Granja Chipunga, en lo alto de las montañas de Mzuzu, al norte de Malaui, lo demuestra. Acceder a este lugar que huele a lluvia, a tierra mojada y a café, es toda una experiencia… Tras abandonar la carretera que recorre el país de norte a sur, para llegar a Chipunga hay que transitar caminos imposibles, plagados de baches y socavones, que dan idea del aislamiento y las dificultades que enfrenta la población de este olvidado rincón africano.
Beatriz Hernáez y Macarena Aguirre, nuestras compañeras del departamento de África, conocen bien esos caminos. Cada año recorren el país visitando proyectos y comunidades. Pernoctando en misiones, comparten tiempo y charla con nuestros socios locales, que saben, mejor que nadie, qué necesidades tiene una población marcada por el VIH, el hambre y el abandono.
Porque Malaui es un país que no ocupa titulares. Al no tener riquezas naturales que puedan despertar la codicia de propios y extraños, nunca ha estado en guerra. Salvo la que diariamente mantiene un alto porcentaje de la población para hacer frente al hambre y la pobreza.
A pesar de su tamaño y teniendo en cuenta que 1/3 de su superficie la conforma el lago Malau-, Malaui tiene 20 millones de habitantes. La mayoría de ellos viven en el campo, dedicados a la agricultura de subsistencia. «Se trata de una agricultura que está sujeta al clima: cuando llueve comen y cuando no llueve no comen», explica Hernáez, responsable de los proyectos que Manos Unidas lleva a cabo en África Austral. Tan claro como eso.
El hambre no es algo desconocido en Malaui. De hecho, en el país hay 5,7 millones de personas en situación de inseguridad alimentaria extrema, según el PMA (Programa Mundial de Alimentos). La población depende totalmente de los vaivenes del clima. «Cuando hay algún desastre natural o cuando de repente llueve en exceso o hay una sequía, la población se encuentra sin recursos para alimentarse», explica Hernáez. Y llega la escasez de alimento y con ella, hambre. Año tras año.
Por eso, en Malaui son de vital importancia los proyectos agrícolas, para que los campesinos puedan sacar suficiente rendimiento a sus cosechas. «No se trata de producir lo justo para subsistir, sino de conseguir excedentes que puedan venderse en los mercados», manifiesta Beatriz Hernáez. «Esto supone que (estas personas) puedan utilizar esos ingresos para llevar a sus hijos a la escuela, para darles una educación o para vestirse», añade.
En el año 2018, monseñor Mtumbuka, obispo de Karonga, puso en marcha la Granja Chipunga. Una finca de 200 hectáreas de terreno de las que, por ahora, hay plantadas cerca de 100 hectáreas con café y macadamia. Este antiguo profesor de matemáticas, con una gran capacidad de gestión, convenció a Manos Unidas de la necesidad apoyar a esta granja.
«Era palpable que hacía falta un sistema para aumentar la producción. Lo comprendimos cuando viajamos la primera vez hasta allí. La zona está muy abandonada, porque para llegar el camino es muy complicado y la mayoría de las ONG desarrollan su trabajo en la provincia central y en el Sur. Pero, nos gustó muchísimo la iniciativa porque iba a ayudar a las comunidades campesinas de la zona, que estaban un poco desamparadas», relata la responsable de proyectos de Manos Unidas en África Austral.
En 2025, Macarena y Beatriz han visto por primera vez imágenes de la Granja Chipunga desde el aire… Y la vista impresiona. La plantación de café y macadamia desciende por la ladera de la montaña casi hasta llegar al valle, convertidas en fuente de vida para varios centenares de personas.
En la granja hay unos 50 empleados que trabajan de manera permanente y, en época de recolección se da empleo a entre 70 y 90 personas más. Además, han creado una serie de clubs en las poblaciones cercanas, en los que participan cerca de 250 campesinos a mejorar su producción. Como asegura Hernáez:
"Antes, muchos de estos campesinos solo plantaban maíz, que es algo que les permitía una alimentación de subsistencia. Ahora se les está ayudando a producir también café que les produce más beneficios. Y también se han creado clubs de productores de miel, que están funcionando de maravilla y este año van a dar muchos beneficios"
"Los campesinos reciben una serie de plantas para producir el café y, una vez cosechado, en la plantación reciben ayuda con la maquinaria para poder preparar y mejorar el producto y así poder venderlo más fácilmente"
Y el trabajo ya está dando frutos. «Con la producción de maíz los agricultores sacaban al año unos 300 € y ahora, gracias al café, están teniendo unas ganancias de 600 €, que suponen el doble de lo que ganaban antes. Son cantidades que pueden parecer muy pequeñas, pero que suponen un cambio sustancial para las vidas de estas personas».
Gracias al trabajo y esfuerzo, los agricultores han conseguido duplicar sus ganancias, mejorando sus niveles de vida. Y esos cambios hacen que, verdaderamente, confiar en la Granja Chipunga haya valido la pena.
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