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Manos Unidas se suma a su empeño junto a una ONG local
(Manos Unidas).- Estamos en Camerún. La mujer que nos habla no quiere darnos su nombre. Ninguna de las que nos rodean lo hace. Todavía tienen miedo. Porque, lamentablemente, su historia se repite con demasiada frecuencia en la zona noroeste de este país africano… Ahora estamos ante un hermoso campo de yuca.
Los amba son los grupos armados que luchan por la independencia de la región anglófona de Camerún. Se refugian en las inmensas selvas del país y desde allí salen a los caminos a robar y, cuando les interesa, a secuestrar a la gente. La mujer que nos habla perdió a su marido y a su hijo, ambos asesinados. Ella huyó.
"Estaba con mi familia frente a nuestra casa, en nuestro campo. Llegaron unas furgonetas con hombres armados. Eran los 'amba'. Mi marido y el jefe discutieron y, en un momento, el jefe le apuntó con su fusil y le disparó. Mi marido cayó muerto. Mi hijo mayor salió gritando y se encaró con el jefe. Este lo mató también. Luego, incendiaron mi casa"
«Yo agarré a mi hijo pequeño y hui. Me metí en la selva… y empezó un calvario de semanas. Me junté con otras mujeres desplazadas en la misma situación. A veces dormíamos en el suelo y nos juntábamos para darnos calor bajo un techado al aire libre, mientras llovía a mares… Al final acabé aquí y me acogieron. Hoy mi vida ha cambiado. Me siento contenta y optimista. Mi hijo está en la escuela y me dicen que es muy listo. He tomado una decisión: mi hijo va a ir a la universidad». Tajante y decidida, la mujer que nos habla quiere poner un final feliz a su historia.
Ya hay sonrisas al relatar el resto de la historia. Ella nos cuenta que se encontró con un pequeño grupo de mujeres que estaban en una situación parecida. Eran personas desplazadas internas que habían huido solas del horror, dejando todo atrás. Las mujeres habían formado un grupo de iniciativa comunitaria, algo común en Camerún, que formaba parte de una cooperativa más grande, y en el que fue acogida.
Todas ellas reciben apoyo de una ONG local con la que habíamos trabajado anteriormente desde Manos Unidas. Las historias de resiliencia y de estas mujeres nos mueven a seguir colaborando. Por ello, nos sumamos al empeño de conseguir que estas mujeres desplazadas puedan tener una nueva vida, un trabajo digno, un lugar de acogida y la curación de las heridas de sus almas.
Para ello, participamos en una iniciativa que parte de la donación de un pequeño terreno. A partir de ahí, las mujeres reciben formación en técnicas agrarias productivas, se les entregan buenas semillas y aperos, y se les acompaña en sus primeros trabajos. Además, reciben ayuda psicológica para gestionar su dolor y recuperar su ánimo.
La mujer que nos habla ya forma parte de uno de los proyectos que se están llevando a cabo con éxito en la región.
Un factor esencial para el éxito de estas iniciativas es la fuerza, la determinación y el coraje de las mujeres. Ya son miles. Y es emocionante oírlas hablar, con voz clara y fuerte, sentir esa fuerza inmensa que las lleva adelante.
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