Tres purpurados electores y diez no electores
Cuántos cardenales españoles hay hoy: 13+4
"La comunidad internacional no puede seguir mirando hacia otro lado"
Un bombardeo masivo ruso volvió a golpear hoy la capital ucraniana, dejando un rastro de destrucción y miedo. Los misiles alcanzaron en el País barrios residenciales, escuelas y hospitales, obligando a la población civil a refugiarse bajo tierra mientras las sirenas no cesaban de sonar.
La OTAN y tres países europeos activaron medidas preventivas ante la escalada, pero la población en Kiev vive una pesadilla cotidiana: la guerra no da tregua y la estrategia del Kremlin es clara, atacar las infraestructuras básicas para hacer del frío un aliado del terror.
Ya son tres inviernos de sufrimiento en los que la oscuridad, la falta de agua y de calefacción se suman al dolor de los secuestros y la pérdida de vidas inocentes. Y entre esas víctimas, los más pequeños: niños arrancados de su niñez, convertidos en botín de guerra.
La comunidad internacional no puede seguir mirando hacia otro lado. Cada silencio cómplice fortalece la barbarie. Defender la vida, proteger a los más débiles y garantizar lo esencial no es solo un deber político: es un imperativo moral.
Porque cuando el frío mata y los misiles arrasan, callar es también una forma de matar.
Estamos viviendo un tiempo en que las distorsiones de la verdad, esas narrativas manipuladas que desfiguran lo humano, se han convertido en una amenaza mayor que cualquier serie de terror o de ficción. No se trata de un relato ni de un entretenimiento: se trata de un poder oscuro que alimenta la violencia y normaliza la barbarie.
Frente a esta ola de crueldad que se ensaña con los más inocentes —los niños secuestrados, arrancados de su niñez— no podemos callar. Cada silencio cómplice se convierte en escalada de inhumanidad. La humanidad tiene instrumentos, tiene estructuras, pero se desentiende. Y mientras tanto, los pequeños siguen siendo víctimas.
La humanidad tiene instrumentos, tiene estructuras, pero se desentiende. Y mientras tanto, los pequeños siguen siendo víctimas
Pero la realidad es dura: el enemigo ataca sin piedad. No sólo dispara contra la población civil, sino que golpea las infraestructuras básicas, sabiendo que el frío también mata.
El invierno en estas tierras no es un simple cambio de estación: es un arma de guerra. El frío cala los huesos, paraliza la vida, y se convierte en aliado de quienes buscan sembrar terror. Ya son tres inviernos de sufrimiento, y cada año la estrategia se repite: cortar la luz, destruir el agua, dejar a las familias en la oscuridad y el hielo.
Frente a esta barbarie, la humanidad no puede permanecer indiferente. Es el momento de actuar juntos. De levantar la voz, de recuperar la base de la realidad, de defender la dignidad humana como la única verdad que puede frenar la violencia. Porque cuando el frío mata, el silencio cómplice también mata. Y porque no hay futuro posible si seguimos dejando que los niños, esperanza de la humanidad, sean convertidos en botín de guerra.
Desde Ucrania
También te puede interesar
Tres purpurados electores y diez no electores
Cuántos cardenales españoles hay hoy: 13+4
Católicos sin hogar, supervivientes del Sodalicio
Regina Laudage-Kleeber: "Vivir la espiritualidad con libertad no es, desde luego, para principiantes"
A. Segal y S. Lebens (eds.), 'The Philosophy of Worship. Divine and Human Aspects'
Lo divino y lo humano en el culto
La economía del Vaticano según León XIV en el libro de Elise A. Allen
León XIV y la economía del Vaticano: "Tenemos que continuar el proceso de reforma que Francisco comenzó"
Lo último
Más allá de la dicotomía entre cuidado y curación.
Dejarse cuidar
Relación histórica y actual entre curar y cuidar.
Curar y cuidar
Sin comunidades alternativas en la periferia no habrá cambios internos. La historia lo demuestra: ninguna estructura se reforma solo por argumentos. Las reformas nacen cuando existen formas de vida creíbles que muestran que otra Iglesia es posible.
Monacato laico: renovar la iglesia dejando atrás una jerarquía enferma