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Unos 2.000 pequeños de esa etnia fueron separados a la fuerza de sus familias
En febrero de este año, ll Gobierno suizo determinó, tras una investigación solicitada por representantes de las minorías yeniche y sinti (una de las ramas del pueblo gitano), que éstas sufrieron “crímenes contra la humanidad” en el siglo XX, cuando unos 2.000 niños de esas comunidades en el país fueron separados a la fuerza de sus familias. Y ahora, un estudio demuestra que en estas atrocidades participaron organizaciones católicas, en lo que es un nuevo capítulo de la vergonzante historia reciente de una parte de la Iglesia en Suiza.
“Se necesita urgentemente una disculpa dirigida explícitamente al pueblo yeniche, no solo del gobierno federal, sino también de otras instituciones involucradas, incluida la Iglesia católica. Porque los niños no fueron secuestrados simplemente por un sentimiento general de bienestar, sino más bien por una actitud antigitana muy específica hacia las familias yeniches”, señala con contundencia la investigadora Carla Hagen.
En su libro recientemente publicado, "Jenische Weltsichten", concluye que la organización católica Obra de Caridad Seráfica participó activamente en la retirada de niños yeniches hasta la década de 1980, con la finalidad de educar a esos niños "genéticamente inferiores" de un "entorno repulsivo" para que se convirtieran en católicos "correctos", según sostiene la profesora de la Universidad de Berna en entrevista con Kath.ch
“Los niños eran separados de las familias yeniches bajo coacción o enorme presión. Y en las instituciones católicas, estos niños a menudo eran sometidos a violencia y abusos. Los separaban no solo de sus padres, sino también de sus hermanos, y se les impedía sistemáticamente el contacto familiar”, asegura la investigadora.
“Muchas víctimas denuncian que sus necesidades rara vez se tomaban en serio, simplemente porque se les tachaba de 'vagos' o 'gitanos'. Se les acusaba de robo, de comportamiento compulsivo o de engaño. Incluso niños pequeños eran acusados por sus cuidadores de ser demasiado perezosos para trabajar, por lo que se les castigaba. Además, se observaban graves deficiencias, por ejemplo, en el tratamiento médico. Los niños también contaban con poca protección contra la explotación o el abuso”, afirma Hagen.
La profesora, que examina el papel de las instituciones católicas en la persecución de los yeniches en Suiza y se pregunta en su libro cómo este “trauma colectivo” afecta la identidad (religiosa) del pueblo yeniche, asegura que “mi investigación muestra que, en general, se consideraba que las personas de familias pobres y de la clase trabajadora ‘necesitaban mejorar’. En el caso de los yeniches, también existía un motivo claramente antigitano: aunque eran católicos, se les negaba el derecho a criar a sus hijos en la fe; se les consideraba ‘genéticamente inferiores’ y se les refería como pertenecientes a un ‘entorno repulsivo’. Esto legitimaba la separación de sus hijos”.
“El objetivo era formar a los niños para que se convirtieran en católicos ‘correctos’, salvándolos de la supuesta ‘descristianización’, la ‘decadencia moral’ y el ‘abandono religioso’. Las niñas debían convertirse en ‘madres católicas fieles’ y los niños en ‘valientes estadistas y caballeros de Cristo’. También se hablaba de querer convertirlos en ‘seres humanos útiles”, detalla Hagen, que se ha realizado estudios religiosos, antropología social e historia en Basilea, Bayreuth, Berna y Friburgo.
“Y por último, pero no menos importante, la Obra de Caridad Seráfica se veía a sí misma como un ‘lugar de salvación’ de la inminente ‘descristianización’ que se percibía en los cambios asociados con la modernización”, remarca la investigadora.
Hagen, que señala que la Obra de Caridad Seráfica denegó su solicitud de acceder a sus archivos – “me remitieron a los archivos transferidos al Archivo Federal en 2010. Pude consultarlos tras un proceso de autorización oficial”–, reconoce sim embargo que esta institución ha tenido que adaptarse para su funcionamiento a los protocolos actuales para el cuidado de menores y que, en este sentido, “dadas las condiciones actuales, me imagino enviando a mis hijos a una guardería de la Obra Seráfica de Amor”.
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