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Promesas de paz traicionadas, masacres de inocentes y niños hambrientos
(Agencia Fides).- «En Gaza, los niños, las familias, los ancianos supervivientes están reducidos a la inanición». Con estas palabras el papa León XIV ha recordado el sufrimiento en Gaza durante el Regina Coeli del domingo, en la Plaza de San Pedro, repleta de fieles, en el inicio de su ministerio petrino, ante la presencia de Jefes de Estado, líderes de gobierno y representantes de numerosos países de todo el mundo.
Antes, en su homilía, el Santo Padre había subrayado que el amor y la unidad son el punto de partida de la misión confiada por Jesús a Pedro. León XIV nos indica el camino: la defensa de la vida, tanto física como espiritual, nace del amor y de la unidad.
En Tierra Santa, la vida permanece suspendida entre promesas traicionadas de paz y la certeza de la muerte. No son los acontecimientos imprevisibles ni las catástrofes naturales los que causan este sufrimiento, sino las manos y las mentes humanas carentes de escrúpulos.
En Gaza, 950 niños han muerto solo en el último mes. Desde el inicio de la guerra, las cifras ascienden a más de 20.000 menores fallecidos. Se estima que un millón de niños carecen de alimentos, atención médica y educación.
Se estima que en Gaza un millón de niños carecen de alimentos, atención médica y educación
El sufrimiento de los niños de Tierra Santa conmueve y duele al Santo Padre, así como a todos quienes valoran la vida y el futuro de la humanidad.
Todos los niños de esta tierra sufren: palestinos, israelíes, libaneses, sirios, musulmanes, cristianos, judíos. Todos están marcados por profundos traumas físicos y morales. El dolor de la infancia es duradero, deja cicatrices profundas.
Conozco a niños en Tierra Santa que ya no pueden sonreír, ni jugar, ni siquiera comer, porque sufren por sus compañeros de Gaza. Quienes han pasado hambre no lo olvidarán: la falta de alimentos deja una herida de humillación que persiste incluso cuando el plato vuelve a llenarse. También llevará mucho tiempo sanar las heridas físicas y devolver la serenidad a quienes han sido mutilados.
Mientras los niños sufren, las armas continúan matando, la ayuda no consigue cruzar la frontera y nadie logra encontrar una solución que detenga la violencia.
El Santo Padre sufre por Gaza y reafirma que el amor y la unidad son el compromiso misionero del Pueblo de Dios. Los poderosos de la Tierra han escuchado, en directo, su mensaje firme y sencillo, humilde y decidido: amor a la humanidad, unidad en la búsqueda de la paz.
Que no se pierda más tiempo. Que no se desperdicie la oportunidad de salvar vidas y de ofrecer esperanza. El tiempo es valioso. Quien no detiene la violencia, malgasta el tiempo sin amar.
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