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Es lo que me comunicó una de las personas al finalizar, el pasado 24 de marzo en el Centro cultural Santa Clara de Portugalete (Bizkaia), el encuentro en el que los cuatro autores dimos a conocer el libro “Diálogos sobre Dios. Crítica racional y convicción de fe, atea y creyente” (Madrid, PPC, 2024). Lo hicimos invitados por Borja Iriarte, presidente del Rotary Club de la misma localidad.
Tras el saludo y acogida, Borja Iriarte, el presidente -como he adelantado- del Rotary Club, me invitó a presentar a los autores y al libro, así como a exponer mi aportación en este diálogo ocupado en precisar qué dice cada uno de los redactores cuando dice “Dios”.
En la primera parte de mi intervención expuse la razón de ser de este texto: era el resultado de los diferentes diálogos habidos desde la publicación de otro libro mío (“Ateos y creyentes: qué decimos cuando decimos Dios”, Madrid, PPC, 2019) dedicado a las conversiones -por motivos racionales- del antiteísta Antony Flew y de los ateos Francis S. Collins y Clive Staples Lewis a lo que llamaban “Dios”. Y, a la posterior exposición de las evidencias o pruebas científico-positivas a partir de las cuales entendían que las explicaciones increyentes alternativas -en las que habían militado hasta entonces (el azar o la casualidad y el materialismo)- les resultaban racionalmente más inconsistentes que las creyentes y, en particular, que la deísta: hay algo o alguien -sostenían, y yo con ellos- que -transparentándose en el cosmos, en la vida y en el ser humano como unidad, por ejemplo, de expansión y permanencia- explica racionalmente tales conjunciones de evidencias, mucho mejor que sus alternativas ateas o antiteístas.
Esta conclusión fue criticada en su día por Alejandro Sota en una aportación de 60 páginas: no la aceptaba de ninguna manera. Por eso, fue invitado a participar en el libro que se presentaba esta tarde de “Diálogos sobre Dios”, sintetizando su posición todo lo que buenamente pudiera. Su aporte queda recogido en el capítulo titulado “Qué dice un ateo cientifista cuando dice ‘Dios’”. Este ingeniero industrial por la Escuela Técnica superior (ETS) de ingenieros industriales de Bilbao y licenciado en ciencias empresariales por la Universidad del País Vasco, se considera una persona crítica que intenta ser librepensadora. Su lema principal es -como ha dejado escrito y recordó: “la ciencia me hizo ateo para ser libre”. Por eso, sostuvo y argumentó -entre otros puntos- que “Dios es una ilusión”, “una construcción de la mente humana” “que emerge como consecuencia de procesos bioquímicos generados en las constelaciones neuronales del cerebro humano”. En síntesis: “no existe evidencia de ningún ser más allá del proceso evolutivo”.
Manuel J. Tello, doctor por la Universidad Complutense de Madrid y profesor emérito de la Universidad del País Vasco, fue invitado a participar en estos “Diálogos” porque echaba de menos en el libro -que está en el origen del que nos convocaba esta tarde en Portugalete- un abordaje del diálogo entre creyentes e increyentes teniendo en cuenta el teorema de Kurt F. Gödel sobre la incompletitud de todo saber y conocimiento.
Había sido un asunto en el mismo Tello se había adentrado en la Universidad del País Vasco (UPV) unos años antes a petición de una parte del alumnado de esa universidad, interesado por el diálogo entre ciencia y fe. Y así lo hizo, con un éxito total de alumnos y profesores en un encuentro que ha quedado en la memoria de no pocos de los participantes. Esta era la razón que justificaba el capítulo que dedica en este libro a “la ciencia, los científicos y la trascendencia” y a la tesis que sostiene, distanciándose de los ateos cientifistas: “en el momento actual, se pueden encontrar un buen número de libros escritos por científicos de élite, preocupados por la búsqueda de respuestas integrales, no parciales”.
Muchas de las personas presentes tenían un interés particular en saber por qué en un libro dedicado a “Dios” había espació para Javier Madrazo, un político de izquierdas. Lo había porque él tuvo un interés particular en dar a conocer en 2020 el libro “Ateos y creyentes: que decimos cuando decimos ‘Dios’” en Ezkerra-Berdeak (Bilbao), un foro formalmente aconfesional y en el que eran mayoría notable las personas que se auto-reconocían como ateas o antiteístas. Esta sorprendente invitación y su militancia cristiana en tales ámbitos -sin ocultar su fe católica- explica que en el capítulo final de este libro de “Diálogos sobre Dios” haya una larga entrevista titulada “un creyente en un medio hostil o indiferente a la explicación deísta y, sobre todo, teísta”. Y que esta tarde recordara la necesidad de que “todos -ateos, deístas y teístas- demos razón de nuestra ‘fe’ en ‘espacios públicos’ desde el contraste y la confrontación -pacífica y serena- de ideas”.
La brevedad e intensidad del diálogo posterior evidenció que, efectivamente, esta presentación “había sabido a poco”. Sospecho que no va a quedar más remedio que repetir -en cuanto sea posible- un encuentro parecido.
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