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"¿Qué quiere obrar Dios a través de nosotros y en nosotros?"
En este domingo 19 del tiempo ordinario la liturgia de la palabra nos invita a vivir renovados y firmes en la promesa de Dios.
Estar y confiar en Dios es la experiencia y actitud de quien cree y espera en Él.
Lo anterior significa un desprendimiento constante que nos lleva en una libertad de lo pasajero, mirando más allá en la vida que Dios mismo está manifestando.
Dios cumple siempre sus promesas y esto da la firmeza de la perseverancia en la fidelidad y prudencia.
A veces quisiéramos ver los resultados, de la vida y de lo que nos planteamos, de una forma inmediata.
Cuando las cosas no suceden como quisiéramos y en los tiempos que quisiéramos podemos quebrantarnos en nuestro ánimo y no seguir perseverando.
Por eso es importante lo que hoy nos refiere el evangelio de Lucas: el siervo que conociendo la voluntad de Dios.
Pedro y sus compañeros van conociendo la voluntad de Jesús, así como Abraham y Sara, en lo que nos refiere la segunda lectura de la carta a los Hebreos, se van encaminando en la promesa de cuanto Dios les ha manifestado en su voluntad.
La consideración importante es: ¿Qué quiere obrar Dios a través de nosotros y en nosotros?
Nuestra docilidad y disposición a lo que Dios quiere obrar nos pide a cada uno fidelidad a su voluntad y prudencia para saber leer a la luz del espíritu divino lo que es de Dios y lo que no es de Dios.
Es decir, no debemos actuar de forma arrebatada sino meditando e interiorizando cada momento que experimentamos.
Porque en nuestro llamado como respuesta a Dios, lo importante es lo que Dios quiere y, hacerlo posible cada uno en la medida de sus posibilidades.
El discípulo es servidor y hace solo lo que se le pide, no lo hace todo ni lo debe hacer todo, sólo debe hacer lo que le corresponde.
Por eso es importante orar, meditar y discernir; evitando dejarnos llevar por el arrebato de las cosas pasajeras, que muchas veces no pasan como nosotros quisiéramos o desearíamos.
Aquí algo muy importante en este camino de vivir en la fe la voluntad de Dios, es que somos servidores.
El servidor es el que prepara de la mejor forma las cosas que Dios le confía, pero entiende también que llega el tiempo en que otro deberá seguir la obra de Dios y tiene que comunicar de la mejor forma al servidor que sigue lo que le obliga para que el servidor que lo releva lo siga haciendo mejor. Lo importante es que Dios vaya permaneciendo y que su obra nos comunique la vida.
Por eso en el evangelio de Lucas, Jesús dice no temas rebañito mío, porque tu Padre ha tenido a darte en bien el Reino. Esta posesión pasa por un desprendimiento de lo pasajero para compartir la vida en la caridad que es la que permanece.
Traducir todo lo que tenemos y somos en la caridad, esto no significa sólo desprendernos, sino vivir una alegría gozosa que hace experimentar Dios mismo en las almas de los que esperan él, haciéndolo todo con amor.
Esta alegría que Dios da, no la quita nadie, a quien Dios quiere llenar de su presencia.
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