4 oct 2022
Una Iglesia desconcertada y desconcertante
Poco a poco, y de acuerdo con los relatos se fue releyendo, de manera coral y plural, la historia de Jesús de Nazaret. Los evangelios canónicos y apócrifos nos dan testimonio de este etapa.
No obstante, por lo que sabemos, de lo que nos cuentan los primeros escritos, aquella primera Iglesia, después del desconcierto inicial, con el impulso del Resucitado, fue encontrando caminos certeros para que su mensaje se fuera extendiendo de manera progresiva por el mundo conocido en aquel momento.
A partir de las cadenas constantinianas lo que aparentemente era una liberación se hizo hermética. La Iglesia se asimiló al poder político, incluso en las vestimentas, arquitectura, forma de vida…Y eso dura en parte hasta nuestros días.
Este ayer es, hoy, actual. ¿Cómo dar respuesta a tantas cruces en nuestro mundo actual? ¿Qué podemos hacer? ¿Qué pensaría Jesús de su Iglesia en estos momentos? ¿Tiene la Iglesia suficiente fuerza moral para anunciar de manera creíble la frescura del evangelio de Jesús? ¿Sigue el evangelio siendo una alternativa para los hombres y mujeres de nuestro tiempo? No cabe duda que muchos ven a la Iglesia como la meretrix, les cuesta ver la “casta”.
Me preocupa que sean verdad aquellas palabras de un nuncio en Paris, que afirmaba, antes de la Primera Guerra Mundial, que nuestro mundo necesitará más de una Iglesia fuerte que de Dios. ¡Terrible! ¿Una Iglesia al margen de Dios?
Convertirnos en mensajeros de paz y esperanza, como Francisco de Asís en su tiempo, no es una tarea fácil, pero nos tiene que encontrar convergiendo, cada uno de desde nuestra identidad, con hombres y mujeres creyentes. O no creyentes, que, codo con codo, trabajan por La Paz y el Bien.