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El Papa publicará "en pocas semanas" la carta de convocatoria del Jubileo de 2025
"Dios es buen Pastor, no un mercenario". El Papa Francisco llamó a los miembros del Dicasterio de la Evangelización a ver, y hacer ver, especialmente a los sacerdotes, la necesidad de "redescubrir la gracia y la alegría de ser ministros de Dios que perdona siempre y sin límites".
"Ministros de Dios que no sólo espera, sino que sale al encuentro, va en busca, porque es Padre misericordioso, no amo, es buen Pastor, no mercenario, y se llena de alegría cuando puede acoger a una persona o encontrarla mientras vaga por sus laberintos" glosó el Papa durante la audiencia, en la que reivindicó el poder salvífico de la misericordia y llamó a redescubrir la fuerza de la esperanza de cara al Jubileo de 2025, cuya carta apostólica de convocatoria, anunció, publicará "en pocas semanas".
"Cuando la evangelización se realiza con la unción y el estilo de la misericordia, el corazón está más abierto a la conversión. Se es tocado, de hecho, en lo que sentimos que más necesitamos, es decir, el amor puro y gratuito, que es fuente de vida nueva", señaló el Papa en su discurso, en el que admitió las "enormes dificultades" provocadas por el secularismo, "desde la pérdida del sentido de pertenencia a la comunidad cristiana, hasta la indiferencia respecto a la fe y sus contenidos".
"Son problemas graves con los que muchos hermanos y hermanas tienen que enfrentarse cada día, pero no debemos desanimarnos. El secularismo ha sido estudiado y se han escrito avalanchas de páginas sobre él. Conocemos los efectos negativos que ha producido, pero éste es un momento propicio para comprender qué respuesta eficaz estamos llamados a dar a las nuevas generaciones para que recuperen el sentido de la vida", propuso Francisco ante las tesis laicistas sobre la independencia de Dios. "Es precisamente Dios quien concede libertad a la acción personal", respondió.
Algo que también se observa en la "nueva cultura digital", que "tiene tantos aspectos interesantes para el progreso de la humanidad -piénsese en la medicina y en la protección de la creación-", pero que "trae consigo también una visión del hombre que aparece problemática al referirse a la necesidad de verdad que habita en cada persona, unida a la necesidad de libertad en las relaciones interpersonales y sociales".
Frente a ello, la fuerza de la misericordia y del encuentro "con Jesucristo que cambia la vida. Sin este encuentro, real y existencial, se estará siempre sujeto a la tentación de hacer de la fe una teoría y no un testimonio de vida". En esta misión, tienen un papel especial los catequistas. "Deseo que los Obispos sepan alimentar y acompañar las vocaciones a este ministerio, especialmente entre los jóvenes, para que se reduzca la brecha entre las generaciones y la transmisión de la fe no aparezca como una tarea confiada sólo a los mayores", explicó, reclamando "nuevos caminos" para que el Catecismo "pueda responder a las nuevas necesidades que surgen con el paso de las décadas".
En un segundo momento, el Papa se propuso hablar de cómo "la misericordia de Dios nunca falta y nosotros estamos llamados a dar testimonio de ella y a hacerla, por así decirlo, circular por las venas del cuerpo de la Iglesia".
"Dios es misericordia", recordó el pontífice, saludando la pastoral de los santuarios como "oasis de paz y serenidad", o la labor de las Misioneras de la Misericordia, "con su generoso servicio al sacramento de la Reconciliación", recordando a los ministros que "Dios que perdona siempre y sin límites".
Finalmente, invitó a hacer "surgir la fuerza de la esperanza" de cara al Jubileo de 2025, cuya convoctoria oficial se hará en las próximas semanas. Una virtud, la de la esperanza, que "ha sido poéticamente vista como la "hermana pequeña" en medio de las otras dos, la fe y la caridad, pero sin la cual estas dos no avanzan, no se expresan de la mejor manera. ¡El pueblo santo de Dios lo necesita tanto!".
Sobre el Año Jubilar, el Papa recordó al dicasterio que "la acogida de los peregrinos debe expresarse no sólo en las obras estructurales y culturales necesarias, sino también en permitirles vivir la experiencia de la fe, de la conversión y del perdón, encontrándose con una comunidad viva que da testimonio gozoso y convencido de ello".
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