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El sustituto de la Secretaría de Estado es el enviado del Papa al Congreso Internacional de Hermandades
Cuando el arzobispo Edgar Peña Parra representaba la Santa Sede ante las Naciones Unidas, en Ginebra, hace más de dos décadas, le hicieron ver que “la enfermedad de este siglo es la tristeza”, como reconocía este jueves él mismo en un encuentro con periodistas en el palacio episcopal de Sevilla. Sin embargo, desde que está en la capital andaluza para presidir el Congreso Internacional de Hermandades y Piedad Popular, el sustituto de Asuntos Generales de la Secretaría de Estado de la Santa Sede no ha dejado de ver caras de alegría, sobre todo entre las decenas de cofrades llegados de todas partes del mapa y con los que estos días el venezolano habla a pie de calle o en algún rincón de la catedral hispalense.
El número tres del Vaticano estuvo hace más de una década en esta ciudad, como recordaba también, pero al regresar de nuevo ha vuelto a encontrar algo que seguía en su lugar: “Regresaré a Roma gratificado, sorprendido y alegre por haber estado cerca de un pueblo entregado a sus devociones religiosas”, añadía para mencionar más tarde que “si esto no se viene a ver en persona, no se puede contar con palabras”.
A modo de invitación abierta a todos los públicos, Peña hacía esta llamada para continuar manteniendo encendida la llama de lo que, en todo el mundo, son las asociaciones de laicos más antiguas que se conocen, es decir, las que están unidas a Vírgenes y santos. Para conseguir este objetivo, añadía, “las familias son las verdaderas transmisoras de la fe y tienen un papel importante en pleno invierno demográfico”. Con ello, el arzobispo se refería a unas palabras usadas anteriormente en los discursos del obispo de Roma. “Donde hay devoción popular bien hecha a través de la cual se evangeliza, hay vida eclesial y humana en abundancia”.
El conocimiento de la vida religiosa hispalense ha permitido al eclesiástico indagar en algo que “por mucha imaginación que tuviera, ¡y eso que tengo mucha!, nunca hubiera reconocido”. Era la afirmación que usaba para detallar su enorme gozo ante lo que vivió esta misma semana, antes de iniciarse el congreso en el que participa, en la basílica de la Esperanza Macarena, llena a rebosar de fieles y hermanos.
Sin embargo, lo que sucede en Sevilla es la antítesis de lo que, a pesar de todo, ocurre en otros puntos de la geografía religiosa. Y precisamente a ello se refería Edgar Peña Parra en una de sus respuestas a los profesionales de la comunicación: “Cuando se desintegra una hermandad, hay que coserla y reconstruirla, al estilo de San Francisco de Asís, que reconstruyó la Iglesia”, decía. “Lógicamente, cuesta más reconstruir que crear desde cero”, manifestaba esta figura de la Santa Sede para el que la alegría devocional debe notarse desde la cuna. “Y aquí lo sabéis bien”, acababa.
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