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Aseguran obispos que trabajarán codo a codo con los jóvenes
El pasado 17 de agosto, la Iglesia en México celebró el Día de la Juventud Católica, por lo que los obispos mexicanos enviaron un emotivo mensaje lleno de esperanza, agradeciéndoles por ser parte viva de la Iglesia, por sus sueños, energía y valentía para seguir caminando en medio de tantas dificultades.
Recordaron que hace apenas unos días, durante el Jubileo de los Jóvenes en Roma, el Papa León XIV recordaba que los jóvenes son “el signo de que un mundo distinto es posible”
“Tienen una semilla de esperanza que dará frutos si se cultiva en el amor y la verdad… a pesar de los conflictos, de las heridas sociales y personales, de las dudas sobre el futuro… Por eso, nos unimos a su voz para decirles: no permitan que nadie les robe el sueño de transformar el mundo. Ustedes tienen lo necesario: su fe, su generosidad, su capacidad de amar, de resistir, de comenzar de nuevo“.
Por lo que pidieron meditar las palabras del Papa y frente al ruido del mundo digital que fluye demasiado rápido y superficialmente a través de las redes, recordar que están llamados a construir relaciones verdaderas, estables, profundas.
“Mediten lo que les dijo el papa León: ‘ningún algoritmo podrá jamás sustituir un abrazo, una mirada, un encuentro verdadero’. Sean esos amigos que consuelan, que acompañan, que sanan pues en verdad ‘la amistad puede cambiar el mundo’”.
Los obispos exhortaron a los jóvenes mexicanos a aspirar a cosas grandes, a la santidad, a una vida que sea fecunda y luminosa, allí donde estén: en sus casas, en sus escuelas, en sus trabajos, en sus comunidades.
“El mundo no necesita jóvenes perfectos, sino jóvenes decididos a dejarse conquistar por Cristo, a dejarse sanar y acompañar por Él, porque si el corazón de ustedes está en Cristo, entonces nada ni nadie podrá apagar su luz”.
Finalmente los motivaron a que a pesar de las adversidades o cuando haya momentos de duda, no se queden al borde del camino. “Levántense, caminen con Él, y ayuden a otros a levantarse también. Que Nuestra Madre Santísima de Guadalupe custodie sus corazones y mantenga viva siempre la llama del amor de Dios en sus vidas”.
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