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La población, en cólera creciente, acusa de abandono de sus funciones a las autoridades
(Vatican News).- Con un mensaje confiado a los medios de comunicación vaticanos, el arzobispo de Puerto Príncipe y presidente de la Conferencia Episcopal Haitiana, monseñor Max Leroys Mésidor, lanza un sentido llamamiento en el que pone en conocimiento del mundo entero el dolor que asola su corazón sangrante por el recrudecimiento de la violencia que asola cada día más a la nación caribeña.
En los últimos días, el prelado denunció con firmeza la situación en su archidiócesis que también ha empeorado dramáticamente: veintiocho parroquias han sido cerradas por completo y la labor pastoral de otras cuarenta continúa a cámara lenta porque muchos barrios de la ciudad están en manos de bandas armadas. «Nuestra Cuaresma – escribió – es ciertamente una prueba, pero la ofrecemos en comunión con los sufrimientos de Cristo».
Profunda tristeza e indignación expresó también ayer oficialmente la Conferencia Episcopal de Haití, que condenó sin ambages el ataque de bandas armadas en Mirebalais, populosa ciudad a pocos kilómetros de Puerto Príncipe, capital del país caribeño, que el lunes pasado costó la vida a varias personas, entre ellas dos religiosas de la congregación de las Hermanitas de Santa Teresita del Niño Jesús: Los pistolero, unidos en el cártel criminal llamado Vivre Ensemble, habían atacado una comisaría de policía y la penitenciaría local, de la que supuestamente se habían fugado decenas de reclusos, enzarzándose en un largo y sangriento enfrentamiento con las fuerzas del orden.
«Estos trágicos acontecimientos enlutan una vez más a nuestra nación y a nuestra Iglesia», advirtieron los obispos, que juzgaron el asesinato de las dos monjas, Evanette Onezaire y Jeanne Voltaire, «un crimen atroz que nos recuerda la magnitud del mal que aflige a nuestra sociedad. Su vida de servicio al Evangelio y a los más vulnerables sigue siendo un testimonio luminoso del amor de Cristo».
Pero los obispos fueron aún más lejos: denunciaron la inacción de las autoridades que, a pesar de tener ante sus ojos la escalada de violencia que está sumiendo a toda la nación en el caos, «no han tomado todavía las medidas necesarias para evitar esta tragedia. La falta de una respuesta eficaz a la continua inseguridad es un grave fracaso que pone en peligro a una nación abandonada a merced de fuerzas destructivas».
Tratando de apaciguar la cólera creciente entre el pueblo haitiano que acusa a las autoridades de no hacer lo suficiente para poner fin a los enfrentamientos, ayer el líder del Consejo presidencial de transición, Fritz Alphonse Jean, prometió nuevas medidas drásticas para detener el derramamiento de sangre tras reconocer públicamente que el país se ha convertido en un infierno para todos.
«Comprendemos su miseria. Conocemos su dolor y su sufrimiento. Pueblo haitiano: han hablado y los hemos escuchado», dijo Jean al margen de la multitudinaria manifestación celebrada el miércoles pasado en la capital, que movilizó a miles de personas ante las oficinas del gobierno.
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