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Los populismos (de izquierdas y de derechas) y la respuesta desde el Evangelio, en el congreso de San Diego
"Dios está hablando por todas partes". El teólogo argentino José Carlos Caamaño fue el encargado de cerrar la tercera jornada del congreso organizado por la Red Ecclesia in America en la Universidad de San Diego con una intervención acerca del ecumenismo, la sinodalidad y el diálogo cultural, basada no tanto en certezas como en compartir las preguntas, y el camino. "Somos peregrinos en preguntas, no en certezas", subrayó.
“Una Iglesia que no construye su identidad a partir del diferente, se convierte en una comunidad idolátrica", afirmó Caamaño, quien invitó a la Iglesia a "descubrir su identidad a partir de los diferentes". Algo que supone una dificultad histórica para la institución religiosa, tanto en lo tocante al diálogo interreligoso como intercultural.
"Cuando hemos podido recorrer los caminos culturales hemos podido reconocer con los luteranos una teología de la Gracia. Y, sin embargo, en su momento, donde hubo un choque cultural, fuimos capaces de enfrentarnos y separarnos", ejemplificó el teólogo, poniendo como ejemplo la ruptura en tiempos de Lutero.
"En el diálogo interreligioso y ecuménico, más que acordar algunas verdades comunes, hay agendas por acciones comunes, en las que se realiza la unidad", proclamó Caamaño. "Una es la agenda por la paz, por la justicia social, por el cuidado de la Casa común… Hay muchos lugares en los que podemos establecer el diálogo", apuntó, señalando la urgencia de "retomar la idea de agenda de paz, por la justicia y por el cuidado de la casa común, que no es solo una agenda verde".
Un diálogo que comporta necesariamente la escucha del otro, lo que "supone siempre un martirio, el martirio de reconocer que la verdad me está siendo pronunciada por el diferente". Que el otro puede tener, también, la razón. Que el otro, también, puede tener la verdad. "La verdad tiene una permanencia, pero solo la podemos alcanzar desde nuestra actualidad", insistió. "Se nos exige articular esa verdad, volver a pronunciarla, declinarla con nuevas condiciones existenciales", y también desde un lenguaje que se haga entendible.
Esta también es labor de la teología, que en opinión de Caamaño "solo es relevante en la medida que articule el testimonio cristiano con el tiempo". "Debemos hacer teología de los procesos históricos", señaló, advirtiendo de una excesiva ortodoxia que no se pone en diálogo con los diferentes, y que puede "abonar agendas totalitarias".
"El distinto, el otro, es fundamental para salir de nuestras endogamias lingüísticas", señaló el teólogo. "Ese tercero, el otro, que irrumpe como un amado común. Que puede ser el pobre, el que sufre, el abandonado… Una agenda por el tercero que puede resultar incómoda". Pero que es absolutamente necesaria. "Somos una comunidad que tiene mucho que preguntar y preguntarse, dudas y certezas que compartir", concluyó, recordando a Guardini, a quien una vez le preguntaron qué creía que Dios le preguntaría al final de los tiempos. "No lo sé, pero yo tengo un montón de preguntas para Él".
Durante la jornada de ayer, varios ponentes analizaron el fenómeno de los nuevos populismos, tanto de derechas como de izquierdas, fundamentalmente desde la óptica latinoamericana. Paulo Fernando Carneiro de Andrade, de la Pontificia Universidade Católica do Rio de Janeiro, puso el ejemplo de Bolsonaro en Brasil, con "una concepción del Estado mínimo, mucho más radical que la promulgada por el neoliberalismo", y que "considera a la izquierda especialmente culpable de intentar promover la justicia social expropiando la propiedad de la clase de media". Respecto a los pobres, piensan que "hay que dejarles a su suerte, que auman las consecuencias de sus elecciones". Los "perdedores", entre los que se incluyen afrocescendientes, mujeres y personas LGBTQ.
Con un frente religioso, simbolizado en la Teología de la Batalla Espiritual neopentecostal, que ·ha desarrollado una visión del Estado y de la sociedad que apoya el anarcocapitalismo", y que también han asumido los carismáticos católicos en Brasil, que buscan líderes que sepan lidiar con los "demonios", sustituyendo la lógica política por la lógica religiosa. Dios contra el Diablo. Populismos ultraderechistas que "chocan de raíz con la DSI", explicó Carneiro de Andrade.
David Lantigua, de la Universidad de Notre Dame, por su parte, defendió la relevancia del magisterio del Papa Francisco en defensa de las democracias frente al impacto de los populismos. “Francisco ha advertido de la nueva idolatría del dinero, que se opone a la voluntad de Dios”, recalcó, subrayando el apoyo papal a los nuevos movimientos populares, para considerar “otra forma de hacer política, desde abajo”.
"El imperio de Trump y su alianza con las tecnológicas ha iniciado una guerra contra el sistema de control y de gobierno, con un intento de derribar el 'deep state'", advirtió, apuntando a los Movimientos Populares como una alternativa a este tipo de populismos.
Nicolás Panotto, finalmente, lanzó las claves teológicas para un populismo crítico, que se enfrente a los populismos contemporáneos, tanto de izquierda como de derechas, “dos fenómenos políticos antagónicos que tienen puntos en común”, como el contexto de polarización en el que nacen, los liderazgos o la propuesta de nueva institucionalidad.
“El populismo puede reflejarse como progresista y conservador”, destacó el teólogo protestante, quien invitó a no perder el derecho a enunciar lo que significa ser pueblo, lo que significa la democracia. “¿Qué entendemos como pueblo, cómo construir un proceso de discernimiento de las demandas como pueblo de Dios y junto al pueblo de Dios?”, se preguntó, invitando a construir “una ética teológica de la hospitalidad”, para tejer redes solidarias y apostar “por un pueblo que se siente diverso, pero articulado desde la compasión y la solidaridad mutua”.
En este sentido, Panotto reivindicó “un populismo crítico, emancipador, para encontrarnos y sentirnos juntos”.
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