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El arzobispo de Córdoba, Argentina, diferencia la mansedumbre de la tibieza
(AICA).- En su habitual columna en el programa Bravo por Mitre, el cardenal Ángel Rossi SJ abordó el valor de la mansedumbre, una virtud que, según explicó, es difícil de promover en una sociedad que tiende a asociar la fuerza con la agresión.
"Fuerte es el que crea, violento es el que destruye, y manso es quien muestra con suavidad su fortaleza interior", expresó.
El arzobispo de Córdoba diferenció la mansedumbre de la tibieza: "Ser manso no es ser tibio. La mansedumbre es una forma serena de mostrar fortaleza, mientras que la tibieza sí es una falla".
En su habitual columna en el programa Bravo por Mitre, el cardenal Ángel Rossi SJ abordó el valor de la mansedumbre, una virtud que, según explicó, es difícil de promover en una sociedad que tiende a asociar la fuerza con la agresión
En ese sentido, destacó que la persona mansa no es indiferente ni pasiva, sino alguien que, habiendo vencido la violencia en su propio corazón, es capaz de generar paz, tender puentes y calmar los ánimos.
Para ilustrar su reflexión, el cardenal Rossi compartió un cuento del escritor y sacerdote Mamerto Menapace, titulado El perro de los espejos. La historia narra cómo un perro iracundo termina destruyéndose a sí mismo al no reconocer que el enemigo que enfrentaba era solo su propio reflejo.
"Uno piensa qué distinto hubiera terminado todo si nuestro animal hubiese tomado las cosas con más calma", comentó el purpurado, utilizando la metáfora para hablar de las reacciones viscerales y autodestructivas que muchas veces vemos también entre las personas.
"La violencia ciega y nos hace perder objetividad. También los seres humanos, cuando estamos furiosos, podemos terminar enfrentándonos a nosotros mismos", concluyó el cardenal.
Antes de despedirse, el arzobispo consideró: "Todos necesitamos un poco más de mansedumbre, esa virtud que permite construir sin estridencias, sin gritos, pero con convicción y firmeza interior".
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